Una respuesta integral a esta crisis
Era la tercera semana de la orden de refugiarse y teníamos filas de personas que llegaban a las puertas de nuestra iglesia pidiendo comida. Fueron dos familias de nuestro vecindario las primeras en pedir comida para sus hijos y abrieron las puertas de escucha y respuesta de nuestra comunidad el Buen Pastor. El cesto ubicado en el lugar de culto, donde todos los fines de semana solíamos reunirnos antes de la pandemia, estaba lleno de comestibles compartidos por nuestros miembros. Desde ahí, se inició lo que ha sido un servicio de esperanza. No podemos subestimar el poder de la generosidad y lo que parece muchas veces insignificante hoy se ha convertido en un río de gente que ha y sigue respondiendo con una generosidad que se sigue multiplicando. Actualmente servimos un promedio de mil ochocientas familias por semana que vienen a nosotros a recoger despensas de alimentos. También enviamos comidas preparadas a unas cuatrocientas personas por semana, junto con víveres, a aquellos que son de alto riesgo o tienen necesidades especiales. Hemos ido cargando alrededor de dieciocho toneladas de alimentos y productos por semana en camiones, camionetas y automóviles que se llevan a la Parroquia del Buen Pastor, donde descargamos y empacamos para que lleguen a las manos necesitadas. Cada día de la semana nuestros voluntarios reparten productos frescos, algunos granos e ingredientes básicos.
Justo cuando comenzamos nuestro ministerio del comedor comunitario, la pregunta sobre la mesa ha sido ¿qué prácticas sustentables, como comunidad organizada y conciente, debemos asumir e integrar en nuestra vida como iglesia? Reconocemos que la mesa del altar está vinculada a las mesas de nuestras cocinas, escuelas y las de trabajo. Es desde esa mesa que nos preguntamos a quién excluímos o quién no esta alrededor de la mesa y por qué. En esa lectura de nuestra realidad, uno de nuestros miembros se acercó a nosotros y nos dijo que iba a comenzar a sembrar semillas en la parte de atrás de nuestra iglesia, en un tramo vacío de aproximadamente ocho pies de ancho con veinte pies de largo que fue utilizado por nuestros hijos como parque infantil. Allí comenzamos la siembra de los sueños y finalmente esas semillas nos han llevado a expandir nuestra labor de justicia y amor. Eventualmente trasplantamos esas semillas a nuestro jardín comunitario ubicado en la azotea del edificio de educación de nuestra iglesia. Esas semillas estan floreciendo y estamos agradecido por la dedicación de un puñado de voluntarios, miembros de nuestra comunidad que continúan diciendo presente (incluso remotamente) y con tenacidad y fe a la tarea de ser testigos de un mensaje liberador que da esperanza en estos tiempos difíciles. Una muestra de que no podemos desestimar lo que un puñado de personas organizadas, puede lograr.
Ha sido un honor seguir trabajando con los grupos de ayuda mutua, amigos en el vecindario, North Brooklyn Angels, Tacombi Community Kitchen y otros que nos ayudan a ser solidarios.
Si desea ser voluntario, ya sea conduciendo, repartiendo comida, empaquetando o ayudar de alguna manera, por favor escriba al Padre Juan Carlos al revjcruizgoodshepherd@gmail.com o si quiere donar vaya a nuestra página electrónica http://www.goodshepherdbayridge.org
Gracias. Su generosidad nos mantiene siendo portadores de esperanza mientras seguimos hemanándonos con nuestro prójimo.
En el sacramento del consuelo y solidaridad,
Rev. Juan Carlos Ruiz
|